jueves, 13 de octubre de 2011

El hombre que espera


De aquella época en la que uno leía novelas a discreción, pongamos que veinte años, todavía recordamos media docena de las de Manuel Halcón, todas con la mezcla precisa de momento histórico y personajes de ficción, la mayoría de protagonistas muy reconocibles, pues todos pertenecían al mismo árbol genealógico (Las Dueñas, Monólogo de una mujer fría, Desnudo pudor...) y se diría que todos eran a su vez descendientes de aquellos fueran señores o criados de Las aventuras de Juan Lucas, para mí la mejor de todas. Esos hombres de Manuel Halcón, ya sean de palacio o de besana crean una engañoso espejismo de Clase, pues ahora nos quedamos con aquella frase de su última entrevista en la que nos sentencia "...lo mejor de la casa del conde era el criado". Luego está toda esa labor de fedatario público, notario que levanta acta de una sociedad en acelerado trance de periclitaje a la que Halcón pertenecía y que pondera lo que tiene de noble y critica como solo puede hacerlo el que la conoce desde dentro.

Mal que bien, las novelas de Manuel Halcón se siguen encontrando (en librerías de lance, por descontado) pues algunas de ellas, muy populares, tuvieron tiradas importantes. De manera que antes de ponernos a pedir reediciones pediríamos la publicación de las memorias que ya dejó terminadas en sus últimos años, aunque al entrevistador, Félix Machuca, le pedía tiempo para que algunas suspicacias se atemperaran. Más de veinte años después de su muerte nos parece tiempo más que suficiente.

Siguiendo la linea de recuperación de ilustres olvidados las asociaciones sevillanas Fernando III y Ademán dedican mañana un acto en recuerdo de Manuel Halcón que seguro resulta interesante.
El retrato que viene aquí, es la versión en grafito de David Padilla de una conocida fotografía de Halcón.









2 comentarios:

Anónimo dijo...

No te olvides de la Asociación Cultural Ademán, que también organiza.
Un abrazo, espero evrte por el Ateneo.

Moderador

Alfaraz dijo...

Corregido y aumentado.
El ademán, imagino que por impasible, suele pasar desapercibido. Y enhorabuena porque ya sé que ha sido un éxito.


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