miércoles, 30 de julio de 2008

BNE


LO MALO.
Cualquiera que haya estado en la BNE sabe que le tratan como a un potencial esquilmador del patrimonio bibliográfico español: el asunto de los ptolomeos está muy reciente. En los varios filtros de acceso te someten a un tercer grado preguntándote reiteradamente tus intenciones. Supongo que entre ellos cruzarán las respuestas.
Si no conoces el departamento de destino te acompaña un bedel por los pasillos de mármol, pero te hacen pensar que no es por amabilidad, sino más bien por controlar cualquier movimiento en falso que puedas dar en sus instalaciones.
A todo esto hay que añadir que cualquier funcionario de la Biblioteca Nacional -elegido al azar- podría ganar sobradamente un concurso internacional de funcionarios antipáticos.


LO BUENO.
Hay que reconocer que el servicio de reprografía funciona muy bien. No existe el préstamo, por lo que sólo se permite la consulta de libros publicados desde 1930 y te pueden hacer copias en papel o soporte digital. Lo suyo es la conservación, y son especialistas en evitar que el libro se deteriore con el uso. El acomodo que le dan al Libro de Horas de la fotografía es sólo un ejemplo.







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