Este mes batallador nos trae el recuerdo de la hazañas bélicas del
pescaresi Gabriele D´Annunzio, y a modo de homenaje leo esa novela romántica, violenta y decadentista que es
El Placer. Por otra parte completamente pasada de moda, lo que me hace pensar que para entretener de verdad no habría necesitado más que narrar su propia vida que es de por sí una novela.
Poeta desde la infancia, novelista, dramaturgo...y redactor de la
Constitución de aquel sueño precursor que fue la República de Fiume, de la que él mismo fue
Comandante. Su vuelo sobre Viena, sólo supuso el comienzo de una vida heroica al servicio de Italia en la que le vaciaron un ojo y le llenaron el pecho de medallas. Su obra literaria había empezado muchos años antes.
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"Bienaventurados los que tienen, porque podrán dar más, porque podrán arder. Bienaventurados los que tienen veinte años, una mente casta, un cuerpo templado y una madre animosa. Bienaventurados aquellos que, esperando y confiando, no disipan sus fuerzas, sino que las preservan con la disciplina del guerrero (...) Bienaventurados los que tienen hambre de gloria, porque serán saciados (...) Bienaventurados los puros de corazón, felices al retornar victoriosos, porque verán la nueva faz de Roma, la frente coronada de Dante, la belleza triunfal de Italia"
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A mi modo de ver representa la renovación del modelo clásico del poeta-soldado que en España tiene su más acabado ejemplo en Gracilaso, y muchos años después -porqué no- en Dionisio Ridruejo.
No es fácil encontrar en España la obra D´Annunziana, y aunque en Italia sí lo es, su biógrafa Annamaria Andreoli aún prepara sus obras completas y va por cuatro mil páginas.
Como la lectura de la una novela parece poco por recordarlo no se me ocurre nada mejor que visitarlo en su tumba elevada sobre un monolito junto al lago de Garda y rodeado de las de sus legionari. Será el mes próximo si los días son propicios.
Imagen: Gabriele D´Annunzio en 1918.